Vallespir

Llénese de naturaleza durante su estancia en el camping Bois Fleuri de Argelès descubriendo los contrastes paisajísticos del Vallespir, en la región Languedoc-Rosellón de los Pirineos catalanes: desde bosques escarpados hasta colinas sembradas de huertos, la región del Vallespir se descubre a través de actividades en la naturaleza. También cuenta con un rico patrimonio cultural típicamente catalán. Alquile una casa móvil o un chalé en Le Bois Fleuri para sus vacaciones de camping en Argelès sur mer, en la Costa Vermeille, y descubra las riquezas del departamento de Pirineos Orientales, junto al mar Mediterráneo.

Vallespir Alan Mattingly

¿Qué es Vallespir?

Antiguo vizcondado unido al reino de Francia por el Tratado de los Pirineos en el siglo XVII, el Vallespir es una región natural que sigue el valle del Têt desde su nacimiento hasta el municipio de Céret. Al sur del Canigó, el Vallespir une las altas montañas de los Pirineos con las llanuras bajas del Rosellón. Limítrofe con España, el Vallespir alberga el municipio más meridional de la Francia continental, Lamanère. Hasta principios del siglo XX, la región fue próspera gracias a sus minas y forjas de hierro: una actividad que venía desarrollándose desde la Antigüedad. El verde valle del Vallespir está dominado por alcornoques, cerezos, castaños y mimosas, según el relieve. Su paisaje está formado por abruptos desfiladeros y valles.

Tierra de leyendas y misterios, el Vallespir es fuente de numerosos cuentos populares, como el Puente del Diablo en Céret, la Santa Tumba en Arles-sur-Tech o las cuevas donde los trabucaires atacaban a los pasajeros de las diligencias en el siglo XIX. Las tradiciones y las habilidades son emblemáticas de Vallespir. Entre ellas, el oficio de corchero, gracias a la explotación del corcho, pero también la cosecha de cerezas: las más tempranas de Francia, las de Vallespir se recogen ya en abril. En mayo, Céret organiza una fiesta anual en honor de la cereza, con multitud de tradiciones, como concursos de escupir piedras, de apedrear a mano y de clafouti. Otras festividades marcan el año en Vallespir: la Fiesta del Oso, celebrada en Arles-sur-Tech, pero también en Saint-Laurent-de-Cerdans y Prats-de-Mollo-la-Preste, es una de las más pintorescas.

A las puertas del Vallespir, Céret es un destino inspirador cuyo marco sublime y luminosidad única han seducido a numerosos artistas. El Museo de Arte Moderno de la ciudad expone obras de Chagall, Picasso, Matisse y Soutine, artistas de renombre que han retratado los paisajes del Vallespir. Este marco natural excepcional alberga también numerosos tesoros arquitectónicos, entre los que destacan edificios religiosos como la iglesia de Sainte-Marie en Montferrer, la capilla de Saint-Ferréol en Céret y la abadía carolingia más antigua de la región catalana en Arles-sur-Tech. Más recientemente, la arquitectura termal de las estaciones de Amélie-les-Bains y Le Boulou personifica la elegancia de la Belle Époque. Tierra de Arte e Historia, Vallespir es una tierra de muchos tesoros por descubrir.

¿Qué ver y hacer en el valle del Vallespir?

5 visitas obligadas para abrazar la diversidad y la riqueza del patrimonio del Vallespir:

  • Céret: su identidad típicamente catalana, sus bonitas plazas y calles empedradas, su museo de arte moderno, sus fiestas y su emblemática fiesta de la cereza. Céret es una pequeña ciudad encantadora con mucho que ofrecer a los visitantes: su ambiente pintoresco, pero también su patrimonio, como la ermita de Saint-Ferréol, la fuente de los nueve chorros, el misterioso Puente del Diablo, cargado de leyendas, y el paraje de Fontfrède, un auténtico balcón sobre el Rosellón.
  • Amélie-les-Bains: ciudad termal de renombre, alberga un establecimiento especializado en dolencias reumatológicas y respiratorias, así como instalaciones de bienestar. Completo destino de ocio, Amélie-les-Bains cuenta también con un casino, una estación de marcha nórdica, un campo de golf de 7 hoyos y un centro ecuestre. Su patrimonio cultural incluye varios edificios religiosos notables, el castillo y las torres de Palada, los restos del castillo de Mondony y el encantador museo de Correos de Palada.
  • Arles-sur-Tech y La Sainte Tombe: un encantador pueblo construido en torno a una magnífica abadía benedictina. Su territorio alberga el excepcional paraje de las gargantas de La Fou, que pueden visitarse gracias a una serie de pasarelas. La abadía de Sainte-Marie es famosa por su estatua yacente milagrosa, cuyo sarcófago de mármol poroso segrega agua durante varios días después de cada lluvia.
  • Prats-de-Mollo-la-Preste: pintoresca ciudad situada a casi 800 metros de altitud, Prats conserva un patrimonio arquitectónico milenario, con murallas y puertas, calles empinadas y una magnífica iglesia fortificada. No hay que perderse el tradicional carnaval de la Fiesta del Oso, que conmemora, como en otros pueblos, una antigua leyenda del Vallespir. A pocos kilómetros, el balneario termal de La Preste ofrece bienestar y relajación de alta calidad.

Maureillas-las-Illas: a sólo treinta kilómetros de Perpiñán, Maureillas es conocida sobre todo por su museo del corcho, que rinde homenaje al oficio de corchero, ancestral en la región del Vallespir. Se exploran los secretos de la producción del corcho, así como los diferentes usos que se le pueden dar y la historia más general del oficio en la región catalana.